martes, octubre 16, 2007

TRIFULCAS ENTRE AFICIONADOS

Nada nuevo. La quintaesencia del mundo taurino. Las hubo, las hay y las seguirá habiendo. Dos aficionados no se ponen de acuerdo normalmente ni a la salida de una corrida que han visto juntos. Benditas trifulcas. ¡Pero que bien se lo pasan!

Los matices, los detalles, lo visto, lo oculto, lo que pudo ser y no fue, lo que debía haber ocurrido y no pasó, lo que uno vio y al otro se le pasó, etc., hacen que una misma faena pueda ser el meollo de una agria discusión técnica.

A veces con posterioridad a la discusión y lo que debería quedarse en una simple cuestión de subjetivos puntos de vista termina enconándose de malas maneras, máxime cuando nuestro subconsciente nos traiciona y nos viene a la cabeza el pensamiento fatídico, ¡NO TIENE NI IDEA!. Entonces ya empezamos a creernos que somos mejor aficionado que nuestro amigo, que sabemos de toros infinitamente más que el, que no se entera de la misa la media, que perdemos el tiempo hablando con un tercera división, que es un taurino de pacotilla y empezamos a mirarle por encima del hombro.

Mal asunto y craso error. Somos por naturaleza orgullosos y nos cuesta reconocer que de toros sabemos algo, pero no todo y que siempre hay posibilidad de aprender. Parece que estamos de vuelta y que es imposible que nos den una lección sobre tauromaquia.

Si por algo se distingue un buen aficionado es por haber sabido aglutinar a lo largo de su vida la máxima información posible, tanto vista, leída como oída, por haber formado con ello su personalidad taurina y sobre todo por tener una mente abierta que pueda permitir asimilar nuevos conocimientos. Un buen aficionado debe estar en permanente formación continua. Por lo tanto, no debería jamás despreciar una opinión, por muy desatinada que ella sea, si bien su grado de conocimiento le permitirá conservarla u obviarla.

Y lo más importante, seguirá teniendo un amigo.

Pero hay trifulcas de otro tipo. Me refiero a las interesadas. A aquellas en que las opiniones están soportadas en componentes emotivos. Cuando lo que pensamos y lo que sentimos esta en contraposición. Cuando ensalzamos lo bueno, pero callamos lo malo. Cuando no somos ecuánimes porque el subconsciente nos traiciona. Cuando no hablamos como aficionados y lo hacemos como seguidores. De estas trifulcas debería huirse a la primera oportunidad. “¿De quien es usted partidario? - ¡Del que ha estado bien!” debería ser el rumbo del buen aficionado. Se puede uno permitir la licencia de tener su ojito derecho, pero sin que ello sirva como patente de corso para excusarle en sus actuaciones menos afortunadas.

Escribo esto a raíz de una polémica desatada en la red, mantenida por grandes amigos y verdaderos aficionados, a raíz de la valoración de la campaña de José Tomas. No creo que entre nosotros deba ser motivo de trifulca. No merece la pena. Un video, de una faena, es una gota de agua en el océano. La belleza de una ventana no implica la belleza del edificio, ni tampoco lo contrario.

No obstante, no me escondo y quiero dar mi opinión. Pienso que la campaña ha sido y sigue siendo mediática. El y Cayetano han copado todos los minutos de información televisiva. Interesa la noticia del sufrimiento, la de las caras ensangrentadas, la de las lesiones, las intervenciones quirúrgicas y sus respectivas recuperaciones. Nada más. Ni una sola noticia de cómo toreó, con quien se enfrentó y por que le pilló. Esto no vende, la imagen con el corbatín a modo de torniquete, si.
Quedará para nosotros, los aficionados el juzgar su toreo. Lo que me digan y cuenten los taurinos y los espectadores me trae al pairo.
Solo le he visto una vez este año, y fue en Burgos. Mala suerte. ¡Mejor si no hubiera ido! En cambio, y afortunadamente para otros, habrá quien haya tenido mejor suerte que yo. Que le vamos a hacer. Otra vez será.

Hoy por hoy, y salvo alguien me desdiga por alguna de sus actuaciones, ¡nada tiene importancia si no hay toro!, aunque el oponente se llame José Tomas.